Alex stevenson.
Alex Stevenson es un artista con querencia
por lo humano, que comunica a través de expresivas poses la lucha interior del
hombre consigo mismo, sus anhelos de libertad, sus prisiones y ataduras. Las
anatomías que representa, expresan la dureza en un miguelangelesco barroquismo.
La tensión de sus manos y dedos o la rigidez de los músculos del cuello, en
cabezas vueltas hacia atrás, dejan paso a una energía que sale del adentro más
visceral.
Como si de sueños se trataran, juega con
los símbolos; ícaros de quien quiere alzarse en un espacio sin limitaciones ni
ataduras, mujeres que conservan toques de su femineidad, pero paradójicamente
también presas de esta, frutas sabrosas que encierran dentro de si una promesa
y que sólo engañan a quien las prueba. La frustración está siempre presente, es
el signo de la condición humana, seguir adelante por la fuerza interior de la
vida, pero que corre el riesgo de ver truncadas las esperanzas.
Siempre solos, a veces sufrientes, hombres
y mujeres se piensan los unos en los otros, como queriendo completar una
separación forzada, y sufren por no encontrarse en los mismos espacios, en el
consuelo de un igual, en las mismas dimensiones espacio-temporales.
La rápida evolución del artista, como si de
las propias figuras que representa se tratara, ha fortalecido sus músculos
pictóricos. La dificultad de representar el cuerpo humano junto con la de ser
artista de su propio tiempo, ligan las obras a estéticas más modernas y
eclécticas, que se aparta de las convenciones de la pintura de caballete
tradicional, combinando una amalgama de estilos y referencias: grafismos de
linea limpia, brochas manejadas como en los graffitis, detalles arquitectónicos
y telas, o compartimentaciones del fondo como si de una obra de abstracción
geométrica se tratara.
Los colores brillantes me recuerdan a los
tratamientos murales de culturas primitivas; los frescos de Bonanpak en Méjico,
los de Ajanta en la India. Los colores planos y las lineas que rodean las
figuras refuerzan el sometimiento al muro, y la presencia enérgica de la pasta
pictórica, junto con el trabajo de espátula, vuelve a llevar el espacio al
plano y la textura. Marcadas iluminaciones extraen el volumen de la pared como
auténticos bajorrelieves claroscuristas, concretando cada músculo y cada vena
llena de vitalidad.
En sus lienzos de mayores dimensiones
ofrece todo un desarrollo y organización del espacio según la direccionalidad
de los elementos, cristalizando y sosteniendo todos los elementos del conjunto,
a la vez que dirigiendo la vista a elementos importantes en la narración de la
obra.
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